Los fines de semana nuestro sufrido casco histórico acoge a numerosos jóvenes que disfrutan de su tiempo de ocio como les viene en gana, como no podía ser menos, en un flujo de movimientos que oscila entre los botellones del Penedo y aledaños, las calles y los diferentes locales aquí ubicados. Las consecuencias para los vecinos y su ya degradada calidad de vida, por los motivos constantemente expuestos en este blog, así como para el patrimonio son manifiestamente reprobables y llenan de indignación a quienquiera que, con sensatez, se acerque a esta realidad.
Gritos, voces, orines en la calles, excrementos -sí, como lo leen-, basura, vasos, botellas, música a todo volumen en los coches, tráfico por calles prohibidas a velocidad excesiva, destrozos en el mobiliario urbano, gamberradas en los domicilios, timbres a deshora, peleas, vómitos, estacionamientos que obstaculizan el paso, pintadas, contenedores derribados, desperfectos en bienes privados... Con esto se convive cada fin de semana en el casco viejo tudense sin que, hasta el momento, a nadie se le caiga la cara de vergüenza.
¿Soluciones?, por supuesto que las hay, pero hay que ponerse a ello y parece que a los responsables les cuesta.
En primer lugar - leído en la prensa
el artículo de Clara Sánchez en el que exponía la dejadez del gobierno municipal hacia la policía local no nos hacemos muchas ilusiones- el refuerzo de los efectivos de agentes durante los fines de semana es un punto primordial. Su mera presencia actúa como un poderoso elemento disuasorio que, lo hemos comprobado, incide positivamente en el comportamiento de quienes todavía no saben mostrar respeto hacia los demás. De ellos depende tanto el control del orden público como el del horario de cierre de los locales acorde con sus respectivas licencias, el apercibimiento y denuncia de las infracciones. Todos sabemos que no se cumplen los horarios de cierre -debemos pensar que se está retrasando la llegada de los jóvenes a los bares de la zona que optan por el botellón para, a partir de la una y media, acceder a los locales, pues saben que retrasarán su hora de cierre obligadamente, si es que pretenden alguna ganancia- y que todas las licencias no son las adecuadas a la actividad que en ellos se desarrolla. Creemos que todos ganaríamos, e incluimos a los negocios que legítimamente ofrecen sus servicios a los ciudadanos, si se llevase a cabo este control que no se hace con el rigor que debiera.
Por otra parte, el tráfico en el casco viejo es, en pocas palabras, demencial. Si ya durante el día las señales son tomadas por el pito del sereno, ¿qué vamos a decir de la noche?. Sencillamente la situación está incontrolada, a la espera de alguna desgracia, para llevarnos las manos a la cabeza y “tomar medidas”, como si no hubiesen tenido tiempo los que han aceptado la responsabilidad de este cometido. Que cobran por ello, faltaría más. La solución es clara: de nuevo reiteramos la necesidad de efectivos, la colocación de señales nuevas y claras -algunas han sido literalmente arrancadas-, un plan ambicioso para el tráfico en el casco y no caer en extraños amagos preelectorales como el caso de los bolardos inteligentes que nunca han funcionado -les dedicaremos un post, como se merecen-, instalados con el dinero de todos poco antes de las anteriores municipales – qué casualidad- y hoy, poco menos que desguazados.
En pocas palabras y para no hacer interminable el artículo, falta lo de siempre: alguien que con sentido común y ganas de trabajar se ponga manos a la obra y decida poner su granito de arena en la mejora del casco y de las condiciones de vida de quienes viven en él. Que como punto de partida se proponga incrementar la plantilla , y pagar como es debido a los agentes de la policía local- aunque haya que ahorrar en angulas y festejos similares- conjugando los derechos de quienes quieren legítimamente divertirse, quienes, con toda justicia , viven de su trabajo en la industria del ocio, y los de todos los demás, que también existen.
Esperamos que esto también se incluya en esos famosos planes de choque del Concello, que hasta el día de hoy, se ha inhibido absolutamente. Se lo agradeceremos todos.