Uno peca gravemente, avisamos, si ve estas imágenes en las que se solapa la situación de Allariz antes de su recuperación y las soluciones posteriores. Sentirá nacer, moverse y reptar el montruo de la envidia cuando descubre el gusto, el respeto y las buenas ideas en la rehabilitación de esta ciudad. Uno codicia esos bienes ajenos, esas zonas verdes, las calles vivas...nacidas sobre otras en las que, por momentos, nos parece ver los rincones degradados de Tui por los que pasó, como si nada, el tiempo aquel en que Europa y sus subvenciones habrían podido ayudarnos. Envidia de la iniciativa y las personas que convirtieron Allariz en un pueblo del que los vecinos se sienten orgullosos.
Y hemos de reconocerlo. Cierta ira, cuando pensamos en las ocasiones perdidas, y un futuro incierto, quizás en manos de quienes nunca han sabido estar a la altura de lo que esta ciudad necesita. Pecadores.
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