Dejando a un lado la incalificable conducta de quienes se dedican a convertir el patrimonio de todos en este desastre de la fotografía, creemos que no basta con echarnos las manos a la cabeza y lamentarnos. Se debería limpiar y enlucir estos muros. Sabemos que el abandono, en su espiral, conduce a una mayor degradación. Y sobran ejemplos.
Hay que concienciar y educar a quienes se dedican a esto. No se respeta nuestro patrimonio ni se enseña ahacerlo
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